Calidad
de vida y Hábitat Saludable
El significado
de la Arquitectura y el rol del Arquitecto(a) en la promoción de la salud.
La arquitectura es indefinible en pocas palabras.
Engloba desde estudio, enseñanza, cultura, tendencias, sociedad, variables
hasta historia y muchos más aspectos. Nos rodea donde quiera que vayamos, nos
forma como personas en cierto modo e influye en forma directa en nuestra manera
de comportarnos y relacionarnos con otros seres humanos.
La arquitectura no es el diseño de un solo proyecto. No
es la mera construcción de un diseño dentro de los márgenes de un lote. Más
bien es el espacio condicionado para el desarrollo de las actividades de una
persona o un grupo de individuos, más allá de los límites de una parcela. El
diseño arquitectónico debe y puede ser una extensión del lenguaje de
determinada tipología habida en un lugar específico, que les permita a sus
usuarios relacionarse con el entorno de manera natural.
Así pues, nos demos cuenta o no la arquitectura tiene
un impacto en nuestra forma de ser e incluso en nuestra salud. El simple hecho
de establecer una sombra natural o no en un lugar caluroso o muy soleado brinda
al usuario del espacio un sentimiento de comodidad que claramente es reflejado
en su estado de ánimo, su respuesta en la permanencia en dado sitio y sí, en su
salud. De igual manera, estar rodeados
de zonas verdes le da a nuestros pulmones un descanso del aire contaminado de
la ciudad, que si bien no es completamente limpio al menos nos da una idea de
estar respirando un aire más fresco. Este es un ejemplo que pone de manifiesto
la relación tan conexa entre la arquitectura y la psicología. Un diseño arraigado
a al ecología nos brinda un sentimiento de paz con la naturaleza; al ser
testigos de un equilibro –no necesariamente en el sentido literal de la
palabra- entre espacios construidos y espacios naturales nos sentimos más
comprometidos con el cuidado del medio ambiente, ya que el intercambio de aire
fresco por protección se vuelve inconscientemente parte de nuestra ideología.
La asociación de grupos de personas de distintos
orígenes, sea laboral, de lugar de procedencia o de familia tiene mucho que ver
con la vinculación de espacios físicos. El poder estar en contacto por medio de
espacios públicos cercanos con vecinos o colegas genera un ambiente de buenas
relaciones, que incentiva el sentido de cooperación y alianza entre seres
humanos. Así mismo el desenvolvimiento de estas relaciones en un entorno
saludable aumenta las probabilidades de una mejor calidad de vida.
De la mano con el buen diseño arquitectónico, los
usuarios de los espacios debemos comprometernos a fomentar y activar una buena educación
sobre hábitos de salud. En los últimos años el diseño urbano ha encontrado como
principal eje de ordenamiento el establecimiento de caminos para vehículos, y
no para medios de transporte alternos, mucho menos se ha tomado como el
verdadero protagonista al transeúnte, que debería en cualquier sociedad ser el
condicionante esencial de la disposición de los espacios. Es por esta razón y
por asuntos de cultura que las personas se desplazan en su mayoría en automóviles.
Pero, ¿qué implicancia tiene esta costumbre sobre nuestra salud? Hoy por hoy se
piensa en las 4 ruedas del vehículo como la forma de movilizarse por
excelencia. Este fenómeno ha concluido en el desarrollo de enfermedades como la
obesidad. Si a este factor le sumamos el desplazamiento en vehículo hacia una
oficina donde igualmente se está sedentarios sin ejecutar ningún ejercicio,
entonces el problema empeora. Es por esto que la arquitectura debe darnos
opciones tanto para fomentar el caminar como principal medio transporte como
espacios para recrearse en un hábito de ejercicio al aire libre, que además sea
gratis. Pero para que las soluciones que encuentra el diseño de la arquitectura
funcionen correctamente, los seres humanos deben tener una respuesta positiva
al cambio.
Por otro lado, la tecnología aplicada a diseños arquitectónicos
si bien nos facilita nuestras actividades también debería ser compuesta por elementos
precusores de la salud. Con esto quiero decir que si determinado elemento me
facilita el desarrollo de una acción, también deben existir otras formas en las
que me obligue de cierta manera a hacer ejercicio.
Todas estas variables del diseño deben partir del
hecho de que como seres humanos tenemos algo en común: el espacio. El espacio
que habitamos, que es el mismo en que nos movilizamos y nos relacionamos. Sin
embargo, no todas las personas tenemos condiciones físicas iguales. He ahí la
complejidad del compromiso de la arquitectura para con todas las personas a las
que esta les sirve. Una persona en silla de ruedas no está en capacidad de usar
una baranda a la altura que está dispuesta para una persona que camina. Una
persona de contextura gruesa no podría ocupar un asiento de un parque que esté
hecho a la medida de una persona con una contextura promedio. Un anciano no
podrá caminar una distancia equivalente a la que camina una persona de edad
adulta de un punto A a un punto B. Lo mismo con niños, personas ciegas, etc.
Entonces es ahí donde el diseño de espacios públicos debe poder amoldarse
estrictamente al uso de todas las personas que forman parte de una comunidad,
lo cual conlleva una mejor calidad de vida a las personas usuarias y un riesgo
menor de abandono de los espacios públicos.